martes, 29 de noviembre de 2011

Elecciones Generales

Fue un día de verano cuando el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció que tras la grave crisis que sufría el país se adelantarían las elecciones al 20 de noviembre de 2011.

Los días previos a la votación se inundaron de encuestas, propaganda y miles de comentarios en redes sociales como Twitter.

Esto para mi era muy nuevo, pues nunca había tomado una elecciones con tanta seriedad y madurez como las que estaba viviendo este año. El día anterior a las elecciones se produjo un silencio en los medios de comunicación y los partidos, ya que se ejercía el día de reflexión, pero la actividad de Twitter no cesaba y miles de tweets se creaban en minutos, los hasthag se hacían temas de tendencia y nadie paraba de hablar del día 20 de noviembre.

Llegó el día de la verdad, el día de la votación, desde por la mañana seguí la noticias en las que primaba la que ya anunciaba con anterioridad Susana Griso en Twitter, jornada de normalidad. Durante todo el día hice seguimiento tanto por la televisión como por Twitter de lo que iba ocurriendo y de las experiencias de mis compañeros y la gente en general.

A la tarde, cerca de las seis, acudí con mis padres y unos íntimos amigos a votar a nuestro colegio electoral. De camino al colegio noté un mayor número de personas por las calles pese a ser domingo y un día lluvioso. Me sorprendió la abundancia de familias que acudían juntas a ejercer su derecho, primaban por encima de las pocas personas que acudían de forma individual. Con esta observación noté que las elecciones son para el pueblo un evento para juntarse y realizar una actividad en familia, pues el colegio electoral está repleto de niños correteando por los pasillos.

Cuando llegué al colegio noté un ambiente alegre y amigable, la gente se encontraba con vecinos del barrio y con conocidos, todos charlaban sobre sus vidas y como no por supuesto sobre política. El ambiente era discernido y festivo, cada persona conocida con la que nos encontramos me felicitaba por la mayoría de edad y por poder ejercer mi derecho, la mayoría de ellos me aconsejaron que votara con responsabilidad y no me lo tomara a burla, quizás sea por la importancia de unas elecciones adelantadas, quizás sea por aconsejarme no votar a los que lo hicieron mal.

Acepté los consejos, pero mi voto ya estaba decidido. Entramos en el colegio y unas seis líneas de diferentes colores indicaban por donde tenían que ir los votantes, a mi me tocaba con mi padre y mi vecino. Como cualquier principiante cogí papeletas de todos los partidos y voté. La presidenta de mi mesa era mi vecina y me felicitó por que fuera mi primera vez a votar.

En ese tiempo, mientras que mi familia charlaba con gente conocida, yo observé atentamente a la gente. Muchas de las personas no tenían muy claro donde tenían que ir, otras cuidaban de los niños que correteaban y miraban los dibujos que estaban colgados por las paredes y otros, para mi lo más curiosos, se encontraban en la cafetería del colegio hablando. Me resultó extraño que un colegio electoral fuera un lugar muy adecuado para tomarse un café y hablar sobre temas que supongo estarían relacionados con la política.

Después de observar durante unos 15 minutos, nos fuimos del colegio, al salida había mucha gente en un parque cercano y comprando en una tienda de alimentación próxima. Supongo que las elecciones también son una fuente ingresos para la hostelería, tiendas de alimentación y bares. La gente aprovecha el tener que salir de sus casa para dar un paseo y tomar algo. Pues eso exactamente hice yo.

Durante el paseo la mayoría de personas con las que me encontré eran familias y parejas o grupos de personas mayores. Me resultó extraño no encontrar a gente joven, de mi edad, por la calle, quizás estarían en otro lugar del pueblo o quizás metidos en su casa por culpa del mal tiempo. Tras el paseo y como comenzó a llover, nos metimos en un bar a tomar algo, eran ya casi las ocho y en la televisión estaba un especial de elecciones que hacia la cuenta atrás. Poniendo el oído, aunque sea de mala educación, la mayoría de las conversaciones de las mesas contiguas eran sobre el futuro de España y la opinión acerca de las cosas que se han hecho mal, las cosas que hay que cambiar y que pasará si ganan unos u otros.

Casi todo el mundo sabía lo que iba a pasar y lo aceptaban, unos por ser afines al PP, otros por mera resignación.

Por la noche, conectado al Twitter y a la televisión, seguí el escrutinio y la opinión de la gente en los trending topic de las elecciones. Cuando eran ya casi las once de la noche, la gente ya sabía el resultado y la mayoría absoluta del PP, esto aceleró una oleada de tweets ingeniosos augurando futuros. Para mí la mayoría eran muy tremendos y de perdedores, pues atentaban gratuitamente contra Rajoy. Me parece que ya que es una realidad que el pueblo ha elegido debemos aceptarla y darla tregua para que se pueda empezar a hacer.

Así “batallé” por defender mi punto de vista y dialogué con seguidores hasta las doce de la noche. Fue entonces cuando terminé mi primera jornada electoral y la experiencia más próxima que he tenido con la política.